Caperucita Aseguradora se sentía ahora mucho más tranquila para salir a pasear.
Había leído, antes de salir al bosque, que Solvencia II se iba a retrasar casi por completo al 2014, que en el 2012 pocas cosas iban a verificar de cómo estaban las condiciones de su restaurante. Ya no sentía tanto temor a que la visitara alguien a quien ella temía mucho, el Supervisor de las condiciones de operatividad y servicio de su negocio.
Ella sabía que el restaurante de los tres cerditos aseguradores si habían hecho sus deberes y tenían su negocio en perfecto estado de revista, pero habían tenido que dedicar muchos esfuerzos e inversiones para conseguirlo, y ella pensaba que ya tendría tiempo de hacerlo. Muchos animales del bosque preferían ir a comer al restaurante de los tres cerditos que al de la de caperucita aseguradora, pero ella prefería pensar que era una moda pasajera.
Muchos amigos le repetían «¡Que vendrá el Lobo de la Directiva Europea!, ¡Que vendrá el lobo de la Directiva Europea!» Pero ella no hacía caso de las alarmas porqué hasta entonces nunca había venido.
Y, a mitad del 2013, ¡pasó!
Se presentó, sin avisar, el lobo de la Directiva Europea.
Caperucita se adelantó a decir «¡Que no tengo la obligación de adaptar mi capital a las nuevas normativas hasta el próximo año! ¡No puedes comerme si no encuentras fallos graves en mi restaurante!».
El lobo tenía que asegurarse que todos los animales que hubieran ido a comer al restaurante de caperucita aseguradora gozarían de buena salud, por su propio interés y el de estos animales.
Empezó exigiendo ver los procesos que se utilizaban para cocinar y servir la comida, comprobar que existía una higiene que asegurara una segura buena digestión a sus clientes… y no existían documentados estos procesos. Las excusas de falta de tiempo y otros argumentos escapistas de Caperucita Aseguradora no fueron aceptados por el lobo. «Ay, ay, ay» -pensó Caperucita Aseguradora- «me va a comer».
Luego, el lobo pasó a analizar en detalle el funcionamiento de la cocina. No había las herramientas adecuadas ni el control de calidad de las materias primas para asegurar que el cliente sería puntualmente servido cuando exigiera la comida por la que pagaba y que ésta respondería a sus expectativas de cubrir sus necesidades alimentarias y su digestión. Caperucita Aseguradora empezó a arrepentirse de no haber hecho caso de los avisos y alarmas de sus amigos.
Finalmente, el lobo desconectó la luz para ver si el restaurante podría seguir operando, y fue que no. Caperucita Aseguradora tampoco había previsto disponer de un sistema duplicado con un generador de corriente. Entonces pensó en acudir rápidamente al cazador consultor del bosque, que tantas veces le había ofrecido sus servicios para ponerse al día en Solvencia II… pero el lobo se abalanzó sobre ella y se la comió.
MORALEJA
Muchas compañías se han preocupado excesivamente del Pilar I de Solvencia II y han ido retrasando sus deberes para con el Pilar II, el operativo.
Aún están a tiempo, pero cada vez menos, para empezar a levantar, diagramar y optimizar sus procesos; desarrollar un Plan de Continuidad y de Contingencia y probarlos de forma efectiva, utilizar las herramientas adecuadas para automatizar sus tareas y conseguir mejor servicio a sus clientes y un “rigthsizing” adecuado de sus recursos o adquirir una nueva aplicación de seguros que les permita ser más creativos y más competitivos.
Hace tres años que en el sector se oyen las voces de «que viene el lobo», y al final llegará.